Y ahora me alegro cuando en el patio ladran los perros ladran los perros y cuando llegas para quedarte conmigo hasta mañana hasta mañana.
Una vez más comprendí hasta qué punto la felicidad terrena está hecha a la medida del hombre. No es un ave rara a la que debemos perseguir un momento en el cielo y al siguiente en nuestra mente. La felicidad es un ave doméstica que se encuentra en el patio de nuestra propia casa.