La Quisición podía actuar sin posibilidad de error. La sospecha era una prueba. ¿Cómo podía ser de otra manera? El Gran Dios nunca hubiese considerado adecuado introducir la sospecha en las mentes de Sus exquisidores a menos que fuese justo que debiera estar allí.
Finalmente se llegó al extremo de introducir todo Aristóteles en el corazón de la teología y de forma tal que su autoridad es casi más venerable que la de Cristo.