La biblioteca vio la luz primera de sus días debido al deseo y a la necesidad impostergable de tener un lugar así. Se trataba simplemente de que hubiera una biblioteca como ésta. Aquel deseo engendró la existencia del edificio de esta biblioteca, que no es muy de por cierto, y a su personal de planta que en este momento da la casualidad de que está formado por mí.
Que los hombres amantes de la paz se consagren a la cruzada impostergable de convencer a los gobernantes de Centroamérica de la necesidad de disolver los ejércitos.
Mi equipo merece ser defendido de los errores arbitrales, no tengo que hacerlo siempre yo. Estoy un poco cansado es que me den una lista de errores graves del árbitro y quieren que sea yo el que ataque al árbitro y defienda a mi equipo. [ ] Obviamente, tengo que pedir una reunión urgente con el presidente
Como siempre: Lo urgente no deja tiempo para lo Importante.
No ignoraba yo el peligro apremiante a que me exponía... me comprometí sin embargo, con votos solemnes, a un estado cuyas reglas creía poder practicar hasta la muerte, independiente de todo humano acontecimiento... De ningún modo temía que las revueltas políticas de la sociedad me hubieran podido ser obstáculo para el cumplimiento de mis votos
Pienso que el sentido de la vida es la razón más apremiante
La necesidad de hablar, incluso si uno no tiene nada que decir, se vuelve más acuciante cuando uno no tiene nada que decir, así como la voluntad de vivir se hace más urgente cuando la vida ha perdido su significado.
La alienación, esta ausencia de armonía será más acuciante con el tiempo. Desaparecerán las familias y los pueblos, se debilitaran las tradiciones y se individualizará tanto la sociedad que seremos entes aislados, sin relaciones ni conexiones de ningún tipo. Entonces, será preciso sustituir régimenes totalitarios por redes de pequeñas comunidades sociales.
El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado.
Esa imagen de la propia muerte que todos los hombres guardan en un sitio secreto del corazón (lógicamente – pues no hay propósito más sombrío que el de la vida-, uno debería decir todas las mañanas a los amigos. lamento tu irrevocable muerte, como si sufrieran de un mal incurable...).
La cirugía lleva el imperativo básico de la profesión médica hasta límites extremos, en los que lo humano entra en contacto con lo divino.
El imperativo de no torturar debe ser categórico, no hipotético; la tortura es un mal absoluto, no relativo; no existen torturas malas o beneficiosas.