La carne despierta, siente los barrotes de su prisión. De noche una prostituta borracha camina por una calle obscura, sembrando los fragmentos de una canción como si fueran pétalos.
Llegando a ser anarquistas, le declaramos la guerra al amontonamiento de mentiras, astucia, explotación, depravación, vicio. La declaramos a esa manera de pensar, obrar. El gobernado, el engañado, el explotado, la prostituta lastiman, ante todo, nuestros sentimientos de igualdad. En nombre de esa igualdad, no queremos ni prostituta, ni explotados, ni engañados, ni gobernados