La realidad es impensable sin un sujeto que experimente, sin un yo. Es el producto del mundo exterior, del emisor y de un receptor, de un en cuya mismidad más íntima se vuelven conscientes las irradiaciones del mundo exterior registrad por las antenas de los órganos sensoriales. Si falta uno de los polos no se concreta ninguna realidad no resuena música de radio, la pantalla queda vacía.
El glotón es el sujeto menos estimable de la gastronomía, porque ignora su principio elemental: ¡El arte sublime de masticar!
La forma activa de la fusión simbiótica es la dominación, o, para utilizar el término correspondiente a masoquismo, el sadismo. La persona sádica quiere escapar de su soledad y de su sensación de estar aprisionada haciendo de otro individuo una parte de sí misma.
El individuo es como la ola que se levanta en la superficie del agua. No puede separarse de ella completamente. Y vuelve a caer rápidamente en la masa solidaria, que se la traga. Vuelve a caer una y otra vez continuamente con el movimiento irresistible de la marea que la arrastra. Pero ¿Por qué no levantarse una vez, y otra vez, y otra vez?
¿Crees que la física cuántica es la respuesta? Porque... no sé, en el fondo, ¿de qué me sirve a mí que el tiempo y el espacio sean exactamente lo mismo? En fin, si le pregunto a un tío qué hora es y me dice 6 kilómetros, ¿qué coño es eso?
Durante el partido me he dicho a mí mismo: tío eres jodidamente bueno.
El camino intermedio, compuesto por una y otra forma de vida, resulta normalmente el más útil para resolver esas cuestiones, que con frecuencia se agudizan con la opción por un sólo tipo de vida; sin embargo, son mejor moderadas por una alternancia de las dos formas.
Cuando te conviertes en un grupo de primera fila, lo bonito es darle al público un buen espectáculo, algo extraordinario, eso sí, acoplado al mismo tipo de atmósfera que lograríamos en un pequeño publico. Pero, personalmente, lo que me gusta es tocar, tengo bastante con una guitarra y un ampli, no me hace falta nada más
Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar...
Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas persona no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.