Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que, constante y paciente, la sostiene en la sombra
Tú, sólo Tú, apenas Tú en los desvaneceres últimos de la llama de este candil de barro. Río de miel dorada para ahogarme, Tú eres hecha para morderte de amor como un cigarro.