Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía que dio a cascar al diente de la sabiduría.
La ataraxia es el estado perfecto del sabio, al que le da lo mismo morir que vivir, porque ha comprendido que él no es tan importante como se creía, que sólo es una piececita del todo que va mucho más allá de lo que le envuelve.
Nosotros tratábamos de vivir a una intensidad del 120 por ciento, en lugar de esperar por la muerte, tratando de entender porqué teníamos que morir a nuestros tempranos veinte años. Sentíamos que el reloj corría hacia nuestra muerte, cada sonido del reloj acortaba nuestras vidas.