La presunción de inocencia también rige para aquellos que no son Urdangarín ni Teddy Bautista
Como Antístenes, filósofo cínico, tuviese la capa rota y la anduviese enseñando a todos, díjole Sócrates: Por la hendidura de tu capa conozco tu vanidad. Quiso dar a entender que peor era aquella presunción que tenía enseñando su capa rota, que si trajera una vestidura más rica.
El burgués, no conforme con poseer grandes tesoros de los que a nadie participa, en su insaciable avaricia, roba el producto de su trabajo al obrero y al peón, despoja al indio de su pequeña propiedad y no satisfecho aún, lo insulta y golpea haciendo alarde del apoyo que le prestan los tribunales, porque el juez, única esperanza del débil, hállase también al servicio de la canalla
Deseara yo que los libros se hiciesen para enseñar en vez de eso se escriben para hacer alarde de saber.
Desprendeos del atavío de la vanagloria y quitaos la vestidura de la altivez.
El que cae en pecado es un hombre; el que de ello se duele es un santo; el que se vanagloria es un diablo
Jubilosos de abochornar el peligro a bofetadas de coraje, hubiéramos querido secundarlo con la claridad de una fanfarria y la estrepitosa alegría de un pandero, despertar a los hombres, para demostrar qué regocijo nos engrandece las almas cuando quebrantamos la ley y entramos sonriendo en el pecado.
Fue una chulería brutal plantarle cara al fútbol