Mis ojos son dos cruces negras, que no han hablado nunca claro, mi corazón lleno de pena, y yo una muñeca de trapo
Contigo, mano a mano busquemos otros prados y otros ríos, otros valles floridos y sombríos, donde descanse, y siempre pueda verte ante los ojos míos, sin miedo y sobresalto de perderte.