No me siento bien a menos que practique deporte, o al menos encuentre una manera para comenzar a sudar
Fuera lucía ese cielo resplandeciente tan característico de Estambul en los días de primavera. En las calles el calor hacía sudar a los estambulíes, que aún no se habían librado de los hábitos del invierno, pero en el interior de las casas, en las tiendas y a la sombra de los tilos y los castaños seguía haciendo fresco.
A pesar de que es malo; peor es silenciarlo, pues todas las verdades silenciadas acaban por destilar veneno.