Se detienen ante un quiosco. Le fascinan las portadas de las revistas; como a los niños las estampas. ¡Qué culos, qué tetas! Ahora lo enseñan todo. De gusto, los ojos no envejecen... Pero también cabrea. ¡Pura mentira de papel nada más! calentarse y no tocar; ¡Hace falta ser tan frío como los milaneses para aguantarlo!
¡Llevemos la luz a la Tierra, seamos la luz de la tierra! Para eso tenemos alas, por eso somos rápidos, severos, viriles, incluso terribles, semejantes al fuego. ¡Qué nos teman quienes no saben calentarse ni alumbrarse con este fuego que somos!
No tratar de no sufrir ni de sufrir menos, sino de no alterarse por el sufrimiento.
La Gran Enfermera tiene tendencia a alterarse mucho cuando algo impide que su equipo funcione como una máquina bien aceitada, exacta, de precisión. Cualquier objeto desordenado o fuera de lugar o en medio del paso la convierte en un blanco hatillo de sardónica furia.
El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados.
El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
Me esforzaré aún más para proseguir con esta investigación, una investigación que yo confío que no será meramente especulativa, sino de suficiente empuje para inspirar la agradable esperanza de que se convierta en algo esencialmente beneficioso para la humanidad
El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío.
Si cultivas con excesivo mimo el jardín secreto de tu alma, puede llegar a hacerse demasiado exuberante, a desbordar el espacio que le corresponde y, poco a poco, a invadir otras regiones de tu alma que no estaban llamadas a vivir en secreto. Y así puede ser que tu alma entera acabe convirtiéndose en un jardín cerrado y, pese a su esplendor y su perfume, sucumba a su propia soledad.