Mañana es el mote del diablo, el favorito refugio de la inepcia y la pereza, la sima que se traga los proyectos esbozados y las resoluciones demoradas
La franqueza tiene sus límites, allende los cuales pasa a ser necedad
Sería una necedad pretender que el pueblo no puede cometer errores políticos. Puede cometerlos, y graves. El pueblo lo sabe y paga las consecuencias; pero comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de autocracia, estos otros carecen de importancia.
Fe, alegría, optimismo. -Pero no la sandez de cerrar los ojos a la realidad.
El insensato que reconoce su insensatez es un sabio. Pero un insensato que se cree sabio es, en verdad, un insensato.
Si Zapatero no fuese tan sectario, probablemente no le pasarían estas cosas... sectarismo, y la vaciedad, reflejo de la insensatez del Presidente
Si hubiéramos de destruir todos los sueños y visiones de los hombres, la tierra perdería su forma y su colorido, y nos adormeceríamos en la más triste estolidez
Pocos son los que conocen la muerte; es algo que no suele aceptarse por decisión propia, sino por estolidez y por costumbre, y la mayoría de los hombres mueren porque no hay remedio para la muerte.
En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la mentecatez de Judas Iscariote.
La acusación a Camps es una verdadera gilipollez y además la ha hecho un tipo que pasaba por allí, que dice que le ha llevado unos trajes, y que está condenado por otros delitos similares y no tiene ninguna credibilidad.
La infancia espiritual no es memez espiritual, ni blandenguería: Es camino cuerdo y recio que, por su difícil facilidad, el alma ha de comenzar y seguir llevada de la mano de Dios.
Seguramente, el hombre es el rey de los animales, pues su brutalidad supera a la de éstos.
Un atisbo de brutalidad destacaba la delicadeza de la mandíbula y la vitalidad de la sonrisa.
Hay rudeza en los latinos. La moderación, una moderación noble y de buen gusto, distingue a los griegos y, sobre todo, a los atenienses.
Lo que la humildad no puede exigir de mí es mi sumisión a la arrogancia y a la rudeza de quien me falta el respeto. Lo que la humildad exige de mí, cuando no puedo reaccionar como debería a la afrenta, es enfrentarla con dignidad.