Este viejo demente ni era patriota ni sarraceno, y por sí nada podía hacer.
A veces, cuando descubro que no he escrito una sola frase después de haber borroneado páginas enteras, me desplomo en mi sillón y allí me quedo, mareado, hundido en un pantano de desesperación, odiándome y culpándome por este orgullo demente que me hace encapricharme por una quimera. Un cuarto de hora después todo ha cambiado; el corazón me da saltos de alegría.
Cuando un loco parece completamente sensato es ya el momento, en efecto, de ponerle la camisa de fuerza.
Yo no soy responsable de que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo; de que me vuelva loco la retórica hecha, y me torne más loco el capricho de volver a hacérmela -nueva- para mi uso personal e intransferible.
El ser alienado no procura un mundo auténtico. Esto provoca una nostalgia: desea otro país y lamenta haber nacido en el suyo. Tiene vergüenza de su realidad.
Nadie es tan valiente que no sea perturbado por algo inesperado
La gente común de Alemania es amante de la paz —proclamó Rutherford—. El Diablo ha puesto a Hitler, su representante, en control. Este hombre está perturbado mentalmente, es cruel, malicioso, despiadado. Persigue cruelmente a los judíos por cuanto en un tiempo estuvieron en pacto con Jehová y portaron el nombre de Jehová, y porque Cristo Jesús fue judío.
Casos como éstos, en los que la muchedumbre derrocha perversión y demencia, no abundan, y tal vez por eso me apasioné en el grado en que lo hice al margen de mi rechazo en tanto que hombre como novelista, como dramaturgo, trastornado de entusiasmo ante un caso de belleza tan atroz.
En la ternura de la serpiente nadie cree. Nadie no es trastornado por la sangre incolora de las flores.
¿Quién cree ser el más loco de todos? ¿Quién es el peor lunático? ¿Quién organiza estas partidas de cartas? Es mi primer día aquí y me gustaría producirle una buena impresión al jefe, si es capaz de demostrarme que él es quien manda aquí. ¿Quién es el gran lunático de esta sala?
Siempre fui un rebelde... Pero por otro lado, quería ser amado y aceptado, y no sólo un músico, poeta, lunático y bocazas. Pero no puedo ser lo que no soy
Sólo aquello que se ha ido es lo que nos pertenece.
Hoy, juro por mi hijo que he ido a celebrar el gol con él, que está siempre detrás del equipo visitante (aquel día, el Villarreal). Espero que cuando uno jura por su hijo, como mínimo le crean. Soy un padre loco por sus hijos y no jugaría más si no fuera verdad