Este viejo demente ni era patriota ni sarraceno, y por sí nada podía hacer.
A veces, cuando descubro que no he escrito una sola frase después de haber borroneado páginas enteras, me desplomo en mi sillón y allí me quedo, mareado, hundido en un pantano de desesperación, odiándome y culpándome por este orgullo demente que me hace encapricharme por una quimera. Un cuarto de hora después todo ha cambiado; el corazón me da saltos de alegría.
El ser alienado no procura un mundo auténtico. Esto provoca una nostalgia: desea otro país y lamenta haber nacido en el suyo. Tiene vergüenza de su realidad.
En la ternura de la serpiente nadie cree. Nadie no es trastornado por la sangre incolora de las flores.
Casos como éstos, en los que la muchedumbre derrocha perversión y demencia, no abundan, y tal vez por eso me apasioné en el grado en que lo hice al margen de mi rechazo en tanto que hombre como novelista, como dramaturgo, trastornado de entusiasmo ante un caso de belleza tan atroz.
Cada guerra, cuando ocurre o antes de que ocurra, es representada no como una guerra, sino como un acto de defensa propia contra un maniático homicida.
Nadie es tan valiente que no sea perturbado por algo inesperado
¿...quien ha perturbado las generaciones humanas,...?
A largo plazo, hay algo que se llama justicia y que a última hora, este domingo, según mis cálculos, ha ido en el buen sentido
Sé ganar, pero también sé perder. Ha sido un día más de mi vida, del que voy a aprender mucho. Hoy todo ha ido perfecto, pero desafortunadamente no ha sido suficiente. Durante el campeonato hemos tenido altos y bajos, y hemos pagado por estos últimos. Y pese a todo, creo que todos en el equipo han trabajado muy bien. Debemos estar muy contentos con el título de Constructores que hemos ganado
Muy bueno y muy justo es que los hombres amen a sus mujeres y que les den gusto en todo cuanto no se oponga a la razón; pero no que las contemplen tanto que, por no disgustarlas, atropellen con la justicia, exponiéndose ellos y exponiendo a sus hijos a recoger los frutos de su imprudente cariño.
En literatura, nada vuelve tan imprudente y tan atrevido al intelecto como la ignorancia de los tiempos pasados y el desprecio por los libros antiguos.
No seas demasiado interpretativo. El hombre es mucho más irreflexivo y confuso de lo que piensan aquellos a quienes un destino envidioso ha convertido en poetas.
El respeto irreflexivo por la autoridad es el mayor enemigo de la veracidad.
Estoy un poco atolondrado en este momento