Cuando se ponen celosas, ahí estoy yo. Látigo en mano. El látigo en la derecha y las flores en la izquierda y en medio el material erecto, lleno de amor y de esperma, para controlar tibiamente la situación.
¿Qué defensa haré de la poesía? El arbusto, vacío, está siseando cuando bajo, y ahí dentro, tu semblante ronda como la luna en vidrios rotos.