Te amé de veras, flor de pecado, como a ninguna mujer amé. Dios es testigo que hasta he llorado la noche aquella que no te hallé.
Lengua, barro mortal, cincel inepto, deja la flor intacta del concepto en esta clara noche de mi boda, y canta mansamente, humildemente, la sensación, la sombra, el accidente, mientras ¡Ella me llena el alma toda!