En México, todavía, el valor de caudillos, mártires, artistas notables y valores del hogar sólido se determina por el número de estatuas que consiguen, y por la mezcla de terquedad y docilidad con que monumentos y bustos aceptan el avance omnívoro de lo urbano. Y que se cuiden los iconoclastas. Ya lo advirtió Jean Cocteau: El riesgo de un destructor de estatuas es convertirse en una.
Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.
Una blandura que no enternece, una energía que no fortalece nada, una concisión que no dibuja ningún tipo de rasgos, un estilo del cual no emanan ni sentimientos ni imágenes ni pensamientos no posee ningún mérito.
La muerte es la sombra que confiere plasticidad a la vida.
Debemos temer el valor de nuestras opiniones, la flexibilidad de nuestros deberes.
El matrimonio y los hijos aportan más flexibilidad emocional y te permiten llevarte bien con la vida de otra gente.