Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del summum bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento
La alegría es oración, la señal de nuestra generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con dios.