La juventud tiene derecho a equivocarse inpunemente.
Anhelaba sentir por fin algo concreto en su interior; necesidades definidas que establecieran una clara distinción entre el bien y el mal, entre lo útil y lo inútil; anhelaba una capacidad de elección aun cuando pudiera equivocarse; es decir, prefería en cualquier caso equivocarse a ir por el mundo sólo con la sensibilidad a flor de piel.
Quien piensa con grandeza se ha de equivocar con grandeza
(Todo por embarrar el recuerdo de Marisa contra los muslos de otras).