Al fin y al cabo, ¿qué es la guita? La guita no tiene dueño y pasa de mano en mano. Para mí es un asunto fundamental hasta que se firma el contrato. Después se acaba el tema del dinero y lo único que me importa es pelear de tal manera que nunca pueda sentir vergüenza de mí mismo
Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín.
El paisaje se aclara, el sol asoma en una faja escarlata sobre la diafanidad del cielo.
Porque eso son los viejos: la cuerda, la ligazón que hay entre la vida y el abismo de la muerte