En amor, tan a destiempo llega el que va demasiado aprisa como el que va demasiado despacio.
Los caballos cruzaban como exhalaciones por la árida pista, tendiendo al aire sus crines erizadas. ¡Los caballos! Ella también había conocido ese placer, mitad espiritual y mitad físico, que se experimenta al atravesar a galope una avenida enarenada. La sangre corre más aprisa y el aire azota como si estuviera enojado. El cuerpo siente la juventud y el alma cree que ha recobrado sus alas.