¡Oh hombre! Eleva tu vista en la dirección debida y utiliza leyes justas. Genera pensamientos positivos. Recuerda tu objetivo. Es muy fácil desviarse por las sendas laterales.
El que se entrega al mal por el mal mismo no actúa por debilidad, sino por fuerza; y de ese modo no lamenta por la mañana los excesos cometidos la noche anterior, sino que se felicita por haberlos cometido. En esta dirección se halla la felicidad, no cabe la menor duda.
El reto del liderazgo es ser fuerte, pero no grosero; ser amable, pero no débil; ser atrevido, pero no abusador; ser considerado, pero no perezoso; ser humilde, pero no tímido; ser orgulloso, pero no soberbio; tener humor, pero sin insensatez.
Cierto es que como grupo, mucho nos ha faltado una profunda reflexión acerca de que somos un país pobre, muy pobre! que demanda del liderazgo político total respeto a la institucionalidad, apego irrestricto a principios básicos como la democracia, la justicia, la tolerancia y la aceptación de que sin excepción estamos sometidos al imperio de la ley.