El diablo se alegra, sobre todo, cuando logra arrebatar la alegría del corazón del servidor de Dios. Llena de polvo las rendijas más pequeñas de la conciencia que puedan ensuciar el candor del espíritu y la pureza de la vida. Pero cuando la alegría espiritual llena los corazones, la serpiente derrama en vano su veneno mortal.
Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado, esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna. Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar, desaparecidos, deudores del Banco Mundial
El hombre noble conserva durante toda su vida la ingenuidad e inocencia propias de la infancia
Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento.
Al escribir esta obra, no he querido añadir nada en absoluto a la belleza de los Diálogos de Platón: no se trata más que de un acto de piedad, de una ensoñación de artista, de un humilde homenaje...La estética de esta obra se consagra a la claridad, la sencillez la acompaña, la dirige. Es todo. No he deseado otra cosa.
Las personas no pueden ser desarrolladas en la sencillez y el silencio. Solo a través de probarse a si mismo y la experiencia del sufrimiento, puede ser el espíritu fortalecido, la ambición inspirada y el éxito conseguido.
La simplicidad no es la meta. Es el subproducto de una buena idea y de expectativas modestas.
Las situaciones son como son. La vida es muy simple. (...) El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente.
El tiempo se rompió en secciones rotativas (él disparó del tacto a la palabra) y la palabra evoca la materia, ser la sustancia misma de las cosas o como integridad el yo representado la sucesión ha abierto lo que evoca.
La imaginación depende del ser, pero a su vez la integridad de la inteligencia lo abruma en su pesar.
El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa.
Ya no le diga cinismo. Dígale sinceridad
No hay credulidad tan ansiosa y ciega como la credulidad de la codicia, que es, en su medida universal, la miseria moral y la indigencia intelectual de la humanidad.
El celo, hijo de la desconfianza, es hermano de la credulidad