Cada concesión sumisa a nuestro miedo expande el dominio del mismo; no sólo desperdiciamos ese tiempo en que los males que tememos pudieran ser sufridos y superados en el acto; por el contrario, mientras que la dilación no alivia en ninguna forma nuestros problemas, sí los vuelve cada vez menos superables al instalar los terrores habituales.
La evolución de la vida, y el origen evolutivo de la humanidad, están establecidos científicamente tan firme y completamente como cualquier suceso histórico no presenciado por observadores humanos. Cualquier concesión a los anti-evolucionistas, sugiriendo que hay razones científicas para dudar del hecho de la evolución, sería propagar una vulgar falsedad.
Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto.
Temes a la imaginación. Y a los sueños más aún. Temes a la responsabilidad que puede derivarse de ellos. Pero no puedes evitar dormir. Y si duermes, sueñas. Cuando estás despierto, puedes refrenar, más o menos, la imaginación. Pero los sueños no hay manera de controlarlos
Tengo la responsabilidad de mandar un mensaje de amor, paz y buenos sentimientos.
El perezoso pide por poco trabajo gran estipendio
La ocultación de ideas molestas puede que sea corriente en la religión o en la política, pero no es el camino a la sabiduría y no tiene sentido dentro de la tarea científica
La construcción de una coherencia entre lo que vivimos y lo que somos capaces de pensar es una tarea abierta, indefinida, que constituye el lugar común en el que nuestros saberes y nuestras experiencias pueden entrar en relaciones que no los oponen en sus certezas antagónicas sino que los abren a lo que les desborda.
En estas circunstancias existe un deber contra el cual se rebelan en el fondo mis hábitos y aún más el orgullo de mis instintos, a saber, el deber de decir: ¡Escuchadme, pues yo soy tal y tal. ¡Sobre todo, no me confundáis con otros!
Si es un deber respetar los derechos de los demás, es también un deber mantener los propios.
Todos y cada uno de nosotros paga puntualmente su cuota de sacrificio conscientes de recibir el premio en la satisfacción del deber cumplido, conscientes de avanzar con todos hacia el Hombre Nuevo que se vislumbra en el horizonte
El error es inherente al ser humano. Lo importante es no sobrepasar la cuota diaria.