Agua de sol, cencerros de horizontes enlazaban la intensidad armónica de nuestros cuerpos claros y vigorosos, en plenitud de luces infinitas.
Los objetos no existen para mí, salvo que exista una relación armónica entre ellos, y también entre ellos y yo. Cuando uno llega a esta armonía, se llega a una especie de vacío intelectual. Esto hizo todo posible, todo legítimo, y la vida es una perpetua revelación.