La agricultura es el arte que enseña virtud al hombre y la base de la opulencia a todas las naciones.
La agricultura es la madre fecunda que proporciona todas las materias primeras que dan movimiento a las artes y al comercio.
Y esta 'tierra' (el cuerpo de Cristo) fue excavada y arada con los clavos y con la lanza; y de ella se dice: La tierra excavada dará fruto a su tiempo. La carne de Cristo, traspasada, dará el reino de los cielos.
La democracia no es únicamente un conjunto de garantías institucionales, una libertad negativa. Es la lucha de unos sujetos, en su cultura y su libertad, contra la lógica dominadora de los sistemas.
La civilización no es una cosa fácil de lograr. Sólo hay dos maneras de conseguirla, por la cultura o por la corrupción. La gente del campo no ha tenido ocasión de alcanzar ni una ni otra y por esto permanece estancada.
En Andalucía todo es arte, la campiña verdinegra de las tierras de labranza y de los anchos olivares, la quebrada de las sierras y serrijones de más gallarda estampa, la luz inmaterial y pastosa de los cielos, la elegancia blanca de la cal que, como decía Federico, ponía desnuda y blanca la noche.
La agricultura fue antaño un trabajo sagrado. Cuando la humanidad se apartó de su ideal, apareció la moderna agricultura comercial. Cuando el agricultor comenzó a hacer cultivos para ganar dinero, entonces olvidó los verdaderos principios de la agricultura.
Cada país debe cuidar la variedad de insumos que tiene y ser promotor de su agricultura para que la cultura del país salga adelante.
Cuando era joven, la cultura de la droga no era la misma que en San Francisco en los 60. No era una filosofía del tipo libera tu mente con las drogas. Mas bien era algo como jódete la mente con las drogas
La orientación artificial, ostentosa, y los patrones de consumo suntuoso de la cultura estadounidense deberían ser despreciados por todos los demás países de este planeta
En Andalucía todo es arte, la campiña verdinegra de las tierras de labranza y de los anchos olivares, la quebrada de las sierras y serrijones de más gallarda estampa, la luz inmaterial y pastosa de los cielos, la elegancia blanca de la cal que, como decía Federico, ponía desnuda y blanca la noche.