Ya no hay artistas como los de antaño, de aquellos cuya vida y alma eran el instrumento ciego del apetito de belleza, órganos de Dios mediante los cuales se probaba a sí mismo su existencia. Para ellos el mundo no importaba. Nadie supo nada de sus dolores. Se acostaban tristes todas las noches y contemplaban la vida humana con una mirada de asombro, igual que nosotros contemplamos un hormiguero.
Los bueno es aquello en cuya posesión el apetito descansa, y lo bello, en cambio, aquello cuya contemplación agrada
La cólera se transforma muy fácilmente en concupiscencia agresiva y la pena, si se la da una oportunidad, se convierte, de modo casi imperceptible, en la sensualidad más deliciosa.
El mundo lo llama placer. Mi tío lo colecciona -lo mantiene limpio y ordenado, en estantes protegidos, pero lo conserva de un modo extraño no para su propio deleite, no, eso nunca; más bien, porque proporciona combustible para la satisfacción de una curiosa lujuria. Me refiero a la concupiscencia del bibliotecario.
La primera señal de que el individuo que habla sabe escuchar es la demostración de su capacidad de controlar no sólo la necesidad de decir su palabra, que es un derecho, sino también el gusto personal, profundamente respetable, de expresarla.
No son las películas de más calidad lo que puede hacer cambiar el gusto del público, sino únicamente un cambio en las condiciones de vida.
Poned empeño en aprovechar las pequeñas ocasiones que Dios os va presentando, poned en ello vuestra virtud y no en desear grandes empresas; porque suele suceder que se deja uno vencer por un mosquito y está combatiendo contra monstruos imaginarios
Lo que más estorba para adquirir un buen amigo es nuestro empeño de tener muchos.
[La destrucción del hábitat] Está a menudo vinculada a la codicia y el materialismo del mundo desarrollado.
Está a menudo vinculada a la codicia y el materialismo del mundo desarrollado