Muchas cosas pueden convertirse en fardos, en cargas, si nos aferramos a ellas ciega e inconscientemente. Por ejemplo: quien haya cometido errores, puede sentirse irremediablemente agobiado por ellos y caer en el abatimiento; el que no haya incurrido en errores, puede creerse irreprochable y volverse vanidoso.
Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable está preparando el retorno de la violencia.
El ingeniero siempre se siente preocupado cuando sus planos empiezan a trocarse en piezas, en una máquina viva. ¿Qué resultará, qué aspecto tendrá? En los planos de impecable diseño todo puede estar en su sitio, más en cuanto se hacen las piezas, ateniéndose al proyecto, en unos sitios no encajan, en otros funcionan mal.
El éxito no sólo es cuestión de planear rigurosamente y llevar a cabo de forma impecable la estratagema forjada. Parte esencial es entender que la suerte modifica todo y adiciona variables y actores impensados.