Fújur se esforzó desesperadamente por encontrar otra vez el lugar en que Atreyu debía de haber caído al agua, pero hasta para un dragón blanco de la suerte es imposible descubrir en la espuma hirviente de un mar revuelto el puntito diminuto de un cuerpo que flota...O el de un ahogado en su fondo.
El más diminuto dolor en nuestro dedo pequeño nos preocupa más que la destrucción de millones de nuestros semejantes en el mundo entero.
La tempestad bendijo mis desvelos marítimos, más liviano que un corcho dancé sobre las olas llamadas eternas arrolladoras de víctimas, ¡diez noches, sin extrañar el ojo idiota de los faros!
Buscamos cada noche con esfuerzo, entre tierras pesadas y asfixiantes, ese liviano pájaro de luz que arde y se nos escapa en un gemido.