Para alcanzar la verdadera creación debemos intentar, en líneas generales, asimilar todo el acaecer artístico experimentado por la cultura universal.
He experimentado de todo, y aseguro que nada es mejor que estar en los brazos de alguien que amas.
Era un barco de antigua escuela, más bien pequeño si acaso, todo él con un anticuado aire de patas de garra. curtido y atezado por el clima, entre los ciclones y las calmas de los cuatro océanos...
El poder no está en mandar a diestro y a siniestro, sino en tener una mayor habilidad
Pero cuando aprendes a programar una computadora casi nunca obtienes lo que quieres la primera vez. Aprender a ser un maestro programador es aprender a ser diestro en localizar y corregir bugs, las partes que evitan que el programa funcione. La pregunta que debe hacerse sobre un programa no es si está bien o está mal, sino si es que éste puede ser corregido.
El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque te necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo.
Cuando un joven comprende que el secreto no está en lo que haga, en lo que diga, en el vestido, etc., sino en la energía interior, está maduro para la filosofía.
El viejo se sorprende a sí mismo estrujando contra su pecho el cuerpecillo cálido y, asustado, afloja el brazo por temor a ahogarle, para volver a estrecharlo en el acto, no se le vaya a caer...
Aquel que en toda cosa está instruido, varón será perfecto y acabado; siempre aconsejará lo más valido. Bueno también será el que, no enseñado, en el tratar sus cosas se rigiere por parecer del docto y buen letrado. Mas el que ni el desvío lo entendiere, ni tomare del docto el buen consejo, turbado terná el seso y mientras fuere, será inútil en todo, mozo y viejo
Aunque entonces tenía yo solamente quince años y no podía juzgar sobre mi verdadera fuerza, o, por mejor decir, debilidad, me resultaba bien claro que no debía envanecerme demasiado por este éxito, ya que mi adversario -un señor anciano y muy simpático- carecía de toda ambición de lucha y, lo que era peor, de verdadera clase de ajedrecista.
Hay veces en que le envidio su juventud, pero trato de no pensar mucho en eso. Un anciano no debe tener celos de aquellos que vienen a ocupar su puesto, y recordar el tiempo en que era joven, sano y viril es un acto de masoquismo que no sirve de nada.
No se entrará en batalla con un hombre aguerrido y terrible, sino que ganará tiempo, porque este es el que marchita el vigor de la tiranía
Ninguna Nación que lo sea realmente, puede prescindir de su brazo armado, como celoso y aguerrido defensor de la soberanía territorial, en todas sus acepciones. Sin él, la República pierde una condición prioritaria para la vigencia del Estado Nacional: la de garantizar el monopolio del uso de la fuerza dentro de la sociedad.
Admirar un cuadro antiguo equivale a verter nuestra sensibilidad en una urna funeraria, en lugar de proyectarla lejos, en violentos gestos de creación y de acción.
Los ateos se ríen de ese ser superior al que se rinde culto bajo el nombre de ser supremo y reducen a polvo, una tras otra, todas las pruebas de su existencia, sin notar que ellos mismos obedecen así a su necesidad de un ser superior y que no destruyen al antiguo sino para dejar lugar a otro nuevo.
No discutamos la opinión de nadie. Pensemos que, si quisiéramos quitarle de la cabeza a alguien todos los absurdos en que cree, podríamos alcanzar la edad de matusalén sin haber acabado