Tenía los labios inmóviles, pero cuando lo miré parecieron sonreír sin hacer el más mínimo movimiento. Lo miré más fijamente, convencido de que se trataba de una poderosa ilusión en la que yo no podía penetrar. Y, cuanto más miraba, más parecía sonreír y, por último, se animó con un susurro, un murmullo, un cántico mudo.
En la tierra jamás la poesía cesa: cuando, en la solitaria tarde invernal, el hielo ha labrado el silencio, en el hogar ya vibra el cántico del grillo, que aumenta sus ardores, y parece, al sumido en somnolencia dulce, la voz de la cigarra, entre colinas verdes
La esquina del herrero, barro y pampa, tu casa, tu vereda y el zanjón, y un perfume de yuyos y de alfalfa que me llena de nuevo el corazón.
Todo pasa, menos la adúltera. En los bares y en los velatorios, en la esquina y en las farmacias, hay siempre alguien hablando de las señoras que traicionan a sus maridos. El amor exitoso no interesa a nadie.
Artur Mas ha tenido que pasarlo mal escuchando el himno de España, qué papelón... Se le va más relajado ahora a Artur Mas con el himno de Italia
Un día... Sobre el llanto acumulado de los seres y la eterna conmoción de los mares, se alzará la savia límpida y clara de la vida y volverá a gemir alegremente la armonía y la esperanza. Del Universo se levantará el himno más intenso y alto para cantar la grandeza del hombre
Hoy te quiero cantar más allá, más allá de donde ha de llegar la canción
Cuando yo conocí las posibilidades de la canción fue estando preso en la Digepol; allí me di cuenta de que la canción comunicaba algo que era más que la mera diversión, o el simple pasar el rato. Me di cuenta de que la canción podía influir en otro aspecto: en el carácter del hombre. Con una canción se podía expresar una respuesta a por qué estábamos presos, por qué resistíamos
En un tiempo los hombres cantaban a coro alrededor de una mesa; hoy, un hombre canta sólo por la absurda razón de que sabe cantar mejor. Con el tiempo, sólo un hombre reirá por la misma razón.
Cualquier cosa que puedo cantar, la llamo una canción. Cualquier cosa que no puedo cantar, la llamo un poema. Cualquier cosa que no puedo cantar y es demasiado larga para ser un poema, la llamo una novela.
Absolutamente. Me sentaba en la esquina de la clase y veía como las personas interactúaban entre sí. Yo veia a los chicos flirtear con las chicas cool y veía charlas entre mejores amigos, y me iba a casa y escribía sobre ello. Si escuchas mis discos, es como si leyeras mi diario.
Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces.
La trivialidad del verso y la vulgaridad casi popular de la melodía parecían tanto más convertidas en belleza por un soplo que las levantaba y arrebataba al cielo en las alas de la pasión. Porque aquella voz angélica glorificaba un himno pagano.
Así alternando el himno y la elegía, ya llore, ya sonría, sólo te canto a ti, mi único dueño, en quien puse mi ensueño desde que supo amar el alma mía.