Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está fuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra las que están en peligro. (Antes del fin, 1999).
Después, conforme los rebaños de Cristo fueron aumentando, los presbiteros se reuniron en asamblea para considerar que enseñanzas deberían impartir, e hicieron al pueblo pensar que estaba obligado a seguir sus doctrinas.