Eres el sol de los cielos de mi santidad; no dejes que la contaminación del mundo eclipse tu esplendor. Rasga el velo de la negligencia para que emerjas resplandeciente por detrás de las nubes y adornes todas las cosas con el atavío de la vida.
La contaminación no es nada más que el producto de la inconsciencia del hombre con respecto al uso de recursos
Castigar es usurpar un derecho divino. La justicia humana que se apodera de los criminales no tiene por fin vengar a la sociedad, pero sí protegerla del contagio y de la infección de la culpa. Todo crimen es una enfermedad. La acción de los tribunales sobre los delincuentes, aunque no siempre cese de hecho cesa de derecho en el momento en que termina la curación.
Y añadió que empezaba a tener esperanzas, e incluso más que esperanzas: la crisis de la infección había pasado y ésta, señaló, se iba. Y las cosas ocurrieron así. El registro de la semana siguiente, la última de septiembre, indicó una disminución de dos mil, por lo menos.
El Ser es la culminación; la superación de la enajenación
Tal vez ninguna persona puede ser un poeta, o incluso disfrutar de la poesía, sin una cierta enajenación mental.
No hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entrega, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo.
La conciencia no tiene frontera; es una entrega de todo tu ser, sin exclusión.
Creo que la ley más importante con diferencia de todo nuestro código es la de la difusión del conocimiento entre el pueblo. No se puede idear otro fundamento seguro para conservar la libertad y la felicidad. Aboga, mi estimado compañero, por una cruzada contra la ignorancia; establece y mejora la ley de educar a la gente común.
La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Su criterio no es la difusión de los valores y los principios sino el provocar el mayor impacto.