No nos dejes ser tan prudentes. Que queramos contentar a todos. Tu palabra es hiriente como espada de dos filos. Además de las bienaventuranzas, también pronunciaste las maldiciones. Es un texto subversivo.
Tenías que fallarme así, no es fácil hacerme sufrir pero vos tenías las llaves de la ventana que da al infierno aquél y yo estaba entre la espada y la pared. No puedes explicármelo, no hay forma de explicárselo, es posible que me traigas un perfume del pasado pero nunca más el néctar de la flor.