Que alguien llame a los cascos azules y Naciones Unidas, porque el pobre es tonto y tiene dos casas en vez de comida
¿Qué sería de Alemania sin cerveza? Pregúntale a la cebada y al lúpulo y ellos te contarán la historia de Alemania. La cerveza es la madre de sus teorías enrevesadas y acres, como arenque ahumado, y de su militarismo férreo, militarismo frío, rudo, mastodónico, geófago, que ve la gloria a través de las usinas y de los cascos guerreros.
No me lo creo. Que al despegar tu puño de sus caras no sientas tú el dolor. Que al quitarte el casco no te ciegue la luz del Sol. Que al volver a tu casa te quede corazón suficiente, como para besar a tu mujer, como hacen las personas. Como si fueras de los nuestros.
Los sauces inclinados junto a la ciénaga, el gran casco varado y el tronco flotando, ¡Con la vida comenzó el dolor!
De aquella unión en la que estábamos despierto mi cuerpo solo de mujer su movimiento y la cabeza en un despliegue de costados el ave negra que vendrá no he sido.
Casi todas las noches, casi todas las veces que me duermo, en ese mismo instante, tú con tu grave abrazo me confinas, me rodeas, me envuelves en la tibia caverna de tu sueño y apoyas mi cabeza sobre tu hombro.