¡A veces es necesario que entren algunos dignos y libres a la cárcel para conocer dónde irán después los delincuentes de la República!
El miedo a qué piensan los demás es la mayor prisión en la que vive la gente. Lo que me pasó a mí con toda la naturalización que viví fue que dejé a un lado ese miedo a qué puede pensar la gente de mí y cuando lo haces te das cuenta de que hasta ese momento has estado viviendo en una cárcel y lo que me aportó fue una comprensión de lo fácil que es para unos pocos controlar a la gran mayoría.
No he matado a nadie sólo erré un penal
Aprende de mí que un hombre prudente, que ha escuchado una acusación penal relacionados con tantos pormenores absurdo deja de ser prudente cuando se hace a sí mismo el eco de lo que ha escuchado, ya que si la acusación debía ser un factor calumnia, el orador A sí mismo convertido en el cómplice de la slanderer.
El insulto, el presidio y la amenaza de muerte no pueden impedir que el utopista sueñe...