Cuanto más disminuye la importancia social propia de un arte, tanto más se afirmará en el público el divorcio entre una actitud crítica y el placer puro y simple. De lo convencional se gusta sin criticar, mientras que se critica con disgusto lo que en verdad es nuevo.
En este instante puro para mirar la muerte puede mi sombra amiga reconquistar tu frente.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes y al día siguiente doy el nombre tuyo y con la punta del cigarro escribo en plena oscuridad: aquí he vivido.
Al cumplir los setenta años me he puesto la siguiente regla de vida: no fumar mientras duermo, no dejar de fumar mientras estoy despierto y no fumar más de un sólo cigarro a la vez.
En España no eres nadie si no apareces amarrado a un habano con el codo en la maroma de Las Ventas contemplando la carne para albóndigas que los picadores y espadas preparan en el ruedo.
Para que no me molestaran en la boîte, dejé de vestirme bien, y me vestí de atorrante. Así podía decir cualquier cosa, un atorrante puede decir cualquier cosa. La pegué: nadie me embromó más. La peluca, el habano y los lentes sin vidrios que uso en la TV son algo parecido. A cara limpia Ud. No puede decirlo todo. Pero si se da un toque de locura, sí.
Para que no me molestaran en la boîte, dejé de vestirme bien, y me vestí de atorrante. Así podía decir cualquier cosa, un atorrante puede decir cualquier cosa. La pegué: nadie me embromó más. La peluca, el habano y los lentes sin vidrios que uso en la TV son algo parecido. A cara limpia Ud. No puede decirlo todo. Pero si se da un toque de locura, sí.
En España no eres nadie si no apareces amarrado a un habano con el codo en la maroma de Las Ventas contemplando la carne para albóndigas que los picadores y espadas preparan en el ruedo.