Los hombres pasan y se terminan; las ideas se eternizan en la conciencia de las generaciones. Se puede a veces maniatar y hasta privar de la vida de los periodistas; pero siempre que esto sucede surgen otros hombres nuevos que ligados a la idea primitiva van haciendo una gigantesca cadena de pensamientos que al fin termina por ahogar toda actitud que no está fundada en la libertad, en el bien de la república, y en los imperativos categóricos de la moral, los cuales pueden ciertamente oscurecerse por mucho tiempo, pero no eternamente.
Quise ahogar mis penas pero ellas nadaban en alcohol... como Mark Spitz Mark Spitz
Matthei llegó solo a La Moneda, y la Fuerza Aérea, con el respeto que me merece, no es para dominar un Ejército... Cuando llegó Matthei me dijo 'aquí vengo'. '¿Viene a qué?', le dije. El venía a representar que tomaba el mando
La ambición de dominar sobre los espíritus es la mas poderosa de todas las pasiones.
Los ciudadanos plantaban ajo para mantener a sus familias, enojando a los codiciosos tiranos que están llenos de odio, enviando hordas de recaudadores de impuestos para oprimir a las masas, que se lamentaban de su suerte...
Un pueblo se hace comunista por hambre, o por el exceso de opresión. Nosotros no tenemos poderes para provocar el hambre...Tampoco para provocar la opresión. Los únicos que pueden oprimir y tiranizar a un estado son los militares. Entonces auxiliamos a los militares a clavar las uñas en el poder...
Se trata, a medida que se concentran las fuerzas de producción, de obtener de ellas el máximo de ventajas y de neutralizar sus inconvenientes (robos, interrupciones del trabajo, agitaciones y cábalas); de proteger los materiales y útiles y de dominar las fuerzas de trabajo.
No hay poder sobre la tierra, que puede neutralizar la influencia de una elevada, pura y simple vida útil.
Las cartas de recomendación son las que se entregan a un inoportuno para que vaya a importunar a otro.
Y es que nada hay tan difícil como cerrar por amor la mano abierta y avergonzarse de su generosidad.
Un hombre no debe nunca avergonzarse por reconocer que se equivocó, lo cual es como decir que hoy es más sabio que lo que fue ayer
Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras: inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara
Jubilosos de abochornar el peligro a bofetadas de coraje, hubiéramos querido secundarlo con la claridad de una fanfarria y la estrepitosa alegría de un pandero, despertar a los hombres, para demostrar qué regocijo nos engrandece las almas cuando quebrantamos la ley y entramos sonriendo en el pecado.
Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias.
Me suele avergonzar que no esté siendo por mí vuestra belleza puesta en rima, pues que a ninguna más tuve en estima desde que os vi por vez primera entiendo.