El diseño y la arquitectura se hallan en una profunda crisis. Corren el peligro de hacerse cómplices de las modas. Ya no se derivan del argumento y el razonamiento fundado, como la ciencia y la técnica, sino de la veleidad, del azar estético de que en cada momento se dé en reverenciar un arte y fustigar otro.
Comerse un higo chumbo junto a una tapia encalada y saber íntimamente que el azar es una de las formas que adopta la luz del sol cada día, eso modela nuestra felicidad.