Suelen hacer falta tres semanas para preparar un discurso improvisado.
Y el corazón no muere cuando uno creyó que debería, pero sonreímos, el té y el pan sobre la mesa. Sólo el remordimiento de no haber amado como se debe esa pálida ceniza de Sachsenhausen con un amor absoluto, que no está a la medida del hombre.
Además, lo que ha sido creado no ha provenido en modo alguno de la nada, sino que necesariamente debe haber sido creado por aquello que existe realmente.