Ahora tengo veintiocho años y en realidad soy más ignorante que muchos escolares de quince. Es cierto que he reflexionado más, y que mis sueños son más amplios y grandiosos, pero les falta el equilibrio (como dicen los pintores); y me es imprescindible un amigo con el suficiente sentido común como para no burlarse de mi romanticismo, y que pueda con su afecto controlar mis sentimientos impulsivos.
Un hombre sin subconsciente no es el compañero ideal. Se esconde la mayor parte de su vida en la oscuridad de algunos de sus propios pensamientos ocultos, y surge sólo para insultar, burlarse y aumentar la miseria de una miserable hora.
Aquellos que leen a Nietzsche sin reírse y sin reírse mucho, sin reírse a menudo, y a veces a carcajadas, es como si no lo leyeran.
Saber reírse de uno mismo delante de cualquiera desconcierta mucho. Un humor autocrítico proyecta un poder que la mayoría no está acosutmbrada a combatir. Si yo me he reído de mí mismo delante de ti, me puedo permitir el lujo de reírme de ti contigo y tú vas a querer estar a la altura, para que nos divirtamos.