De haber escrito mi propio epitafio este hubiese sido: Tuve una riña de enamorados con el mundo.
Una copa de buen licor pondrá fin a una contienda más rápido que la justicia, el juez o el vicario
Al parecer, los holandeses esperaban que presentáramos batalla allí, pero el escenario nos era adverso: nuestros barcos eran de mayor calado que los suyos, y durante la contienda anterior el Charles se había ido a pique en aquellos bancos de arena.
Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos.
Todo cuanto ocurre en la guerra, lo hace mediante las fuerzas militares; allí donde se emplea una fuerza, es decir, hombres armados, la idea del combate tiene que prevalecer necesariamente por encima de todo.
Tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga del viajero que errante no sabe dónde dormirá mañana, en sus lares primitivos halla un breve descanso mi alma
Un anhelo común los aliaba: la lucha contra las injusticias. Al mezclarse en esa forma con la población, los estudiantes reafirmaban su fe en la causa por la que peleaban y se disponían con más bríos a trabajar para conseguir el triunfo.
Lo patético y trágico en la suerte de este Odiseo no era para nostros lo que había sufrido, sino lo que aún le esperaba y a cuyo encuentro iba a pesar de todo con enteraza y sin ilusiones.
Tú habitas en mi mente a toda hora del día y me muerdes los labios sin mirar el reloj, yo te siento muy cerca cuando estas muy distante porque encuentro tu huella junto a cada rincón.
Terrible animal son veinte años. No hay batalla tan sangrienta ni tan trabada escaramuza como la que trae la mocedad consigo
Del camino del Go, la belleza de Japón y del Oriente se habían desvanecido. Todo se había vuelto ciencia y reglas. El camino hacia el ascenso de categoría, que controlaba la vida de un jugador, se había convertido en un meticuloso procedimiento de puntaje. Uno conducía el enfrentamiento con la única meta de ganar, y no había margen para recordar la dignidad y la fragancia del Go como arte.
Al iniciarse la guerra civil, yo me sentía republicano y partidario del concepto de una España federal. Por tanto, no deseaba entonces, ni deseo ahora, el enfrentamiento sino la concordia. Sufrí mucho, espiritualmente, porque sufrí por ambos bandos.