Sólo tengo dieciséis años y no sé muy bien de qué va el mundo, pero una cosa si puedo afirmar con rotundidad: si yo soy pesimista, los adultos de este mundo que no son pesimistas son un atajo de idiotas
Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera.