Desde la película más grande a la más infame, desde la obra literaria más inolvidable al folletín del kiosco más infecto, todo va a quedar en el mismo estrato geológico de mierda que va a formar parte de la costra geológica de la Tierra. Cuando tomas esa perspectiva no te preocupan las pandemias.
Desde la película más grande a la más infame, desde la obra literaria más inolvidable al folletín del kiosco más infecto, todo va a quedar en el mismo estrato geológico de mierda que va a formar parte de la costra geológica de la Tierra. Cuando tomas esa perspectiva no te preocupan las pandemias.
El pabellón chileno es sagrado, y a su sombra podemos todos, gobernantes y gobernados, unirnos en íntimo efusión, para bendecir a la Providencia que nos bendice, y para congratularnos por las conquistas del progreso y del ingenio humano.
Qué cosa terrible es la caridad a la que las mujeres pueden llegar. Se ve todo el tiempo... Amor dado a absolutos tontos. El amor es el pabellón de la caridad.
Como el cazador que habla de los interesantes hechos del chacal y el jabalí, el pescador se exalta contando las finezas de la carpa y las astucias de la trucha, respetándolos casi como adversario, los combate con hábil juego y se irrita contra los indignos sujetos que destruyen la raza.
Hoy el mundo se ha transformado en una inmensa carpa de cristal sin salida alguna y nuestra condena consiste en no poder abandonar nunca el tendido y estar obligados a consumir, repetir, comentar y reproducir inexorablemente las imágenes idiotas, violentas y anodinas, que nos sirve la historia a través de un laberinto de espejos.
El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro.
Asombra que yo no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas, a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad innata del hombre.