El poder político, católico o no, ni puede obligar a abrazar la fe religiosa que no gusta, ni puede impedir abrazar y profesar una fe que gusta
Te he dicho que he perdido la fe contestó Stephen pero no que haya perdido el respeto a mí mismo. ¿Qué clase de liberación sería esa de abandonar un absurdo que es lógico y coherente para abrazar otro ilógico e incoherente?
Siempre me he identificado con Lucifer porque él quería ser Dios y no iba a aceptar las reglas de otro. Entonces, lo echaron del cielo y creó sus propias reglas. Si la otra parte hubiera escrito la Biblia, Lucifer sería nuestro salvador
Porque nos toca aceptar ser sólo amigos y al saludarnos simplemente dar la mano o conformarnos con un beso en la mejilla, y hacer cuenta que en tu vida no soy nada
Cuando la arbitrariedad y la ilegalidad se atreven a levantar la cabeza con insolencia e impudicia, es siempre un signo seguro de que los llamados a defender la ley no han cumplido con su deber.
...los oradores, cuando no bastan a defender la causa por justicia, se acogen a las voces, como el cojo al caballo. (Parafraseando a Marco Tulio).
El que no haya un botón de borrar en Internet obliga a adoptar políticas públicas que antes nunca habíamos imaginado
Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de la Constitución puede afirmarla. Mientras ella (no exista), es preciso adoptar las medidas que equivalgan a garantía preciosa que ella ofrece.
El aumento de la inmigración puede legitimar las ablaciones
Lo que no es moralmente admisible es la aprobación jurídica de la práctica homosexual. e ha querido legitimar un desorden moral. ha conferido indebidamente un valor institucional a comportamientos desviados, no conformes al plan de Dios: existen las debilidades ―lo sabemos―, pero el Parlamento, al hacer esto, ha secundado las debilidades del hombre
Las creencias tienen el poder de crear y de destruir. Los seres humanos tenemos una imponente habilidad para tomar cualquier experiencia de nuestras vidas y crear un significado que nos incapacita o que puede salvar literalmente nuestras vidas.
Esta incomprensión lo hace reaccionario, pues los llamamamientos a la sociedad y al Estado, es decir, a los ideólogos y los políticos de la burguesía, sólo pueden desorientar a los socialistas y tomar por aliados a los peorers enemigos del proletariado, sólo pueden frenar la lucha de los obreros por la emancipación en lugar de contribuir a intensificar, esclarecer y organizar mejor esta lucha.
Incluso este París fastidioso y enfermo parece acoger a los jóvenes soles, y como con un inmenso abrazo tiende los mil brazos de sus tejados colorados.
Os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga