La ciudad es un corral de hombres.
Haré del mundo un antro fantasmal e irrespirable. Volveré histérica a cuanta criatura se agita.
De la ruda labor del brazo vivimos todos, los ignorantes y los sabios. De la cómoda labor de éstos, vive el que puede. No llegan los frutos de su ciencia a la multitud ineducada y zafia; no llegan sus espléndidas luces al fondo del pozo minero, al antro industrial, a la covacha miserable del asalariado
Serán ratas, y la cloaca les maltratará, la ciudad clavará su aguja y nadie aplacará el odio que les empuja, no habrá nada, solo brujas, mientras los niños ricos viajaran en su burbuja de lujo y arrogancia infalible