Y si fuera pintor, ¡con qué cuidado, con mi pincel, por el amor guiado, diluiría en la cándida vitela de un abanico tu sutil figura, entre el rosa fragante y la frescura de un florido paisaje de acuarela!
Como el almendro florido has de ser con los rigores, si un rudo golpe recibes suelta una lluvia de flores.