Nuestro sitio predilecto era una pequeña isla en la cual podíamos entrar, bien pasando por el molino, construido transversalmente sobre el arroyo, o resbalándonos a lo largo de una estrecha cornisa construida en forma de acera en el exterior de la casa; allí estaban las palas y adonde el molinero iba a regularizar la marcha del agua.
Aunque fueras el peor de los malvados, la nave de la verdad te conducirá sano y salvo a través del mar de las transgresiones.
Es bonito cuando tu personalidad brille a través de tus miradas. Al igual que, cuando se ve la personalidad de alguien en la forma de caminar y simplemente te sientes abrazado cada vez que la ves.