Una blandura que no enternece, una energía que no fortalece nada, una concisión que no dibuja ningún tipo de rasgos, un estilo del cual no emanan ni sentimientos ni imágenes ni pensamientos no posee ningún mérito.
Desde que el trabajo cese de ser considerado como patrimonio del esclavo y de las clases ínfimas de la población, todos harán mérito de él algún día, y la ociosidad lejos de ser un título a la consideración, no será ya mirada sino como un delito de la escoria de la sociedad
La ociosidad camina con lentitud.... por eso todos los vicios la alcanzan
La idea es que básicamente la vagancia es un rechazo de todas las cosas que nos forzan a hacer para poder sobrevivir
¡Oh bienaventurado, que sin ira, sin odio, en paz estás, sin amor ciego, con quien acá se muere y se suspira, y en eterna holganza y en sosiego vives y vivirás cuanto encendiere las almas del divino amor el fuego!
No tildemos de mala suerte, a lo que sólo es indiferencia y flojera
Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza
No confundas la paciencia, coraje de la virtud, con la estúpida indolencia del que se da por vencido.
Los grandes episodios de la vida de las abejas, a saber: la formación y la partida del enjambre, la fundación de la ciudad nueva, el nacimiento, los combates y le vuelo nupcial de las jóvenes reinas, la masacre de los machos y el regreso del letargo del inverno.
Las drogas te envejecen después de la agitación mental. letargo luego. ¿Por qué? Reacción. Toda una vida en una noche. Gradualmente te cambia el carácter
¡Oh bienaventurado, que sin ira, sin odio, en paz estás, sin amor ciego, con quien acá se muere y se suspira, y en eterna holganza y en sosiego vives y vivirás cuanto encendiere las almas del divino amor el fuego!
No tildemos de mala suerte, a lo que sólo es indiferencia y flojera
La vida no podía ser esa cosa que se nos imponía y que uno asumía como un arriendo, sin protestar. Pero ¿qué podía ser?... Debía haber una contraseña, algo que permitiera quebrar la barrera de la rutina y la indolencia y acceder al fin al conocimiento, a la verdadera realidad.
Pensamiento y estudio son igualmente necesarios para la felicidad de un país y para la vida de una ciudad. En el primero previenen las inquietantes sensaciones de indolencia y permiten el placer sublime de crear para la belleza; en la segunda, hacen que la disipación no sea objeto de necesidad y, consecuentemente, de interés.