Se produce entonces una regresión: el gladiador se convierte en la figura emblemática del modelo social dominante. El fuerte tiene la razón, el débil está equivocado.
La extensión, figura y movimiento no pueden concebirse sin las demás cualidades sensibles. O dicho en otros términos: donde se hallen las cualidades secundarias, las sensibles, tienen que encontrarse también las primarias, esto es, en la mente y no en otra parte.
El fascismo nace y se desarrolla en capas sociales desasistidas y en peligro. Su representación más típica la constituyen las clases medias, que después de experimentar la inanidad de la democracia liberal, no se entregan, sin embargo, a la posición clasista de los proletarios
Como ya deberíamos saber, la representación más exacta, más precisa, del alma humana es el laberinto. En ella todo es posible.